“Hay que evitar oponer excesivamente la simetría del intercambio de dones y la asimetría de la redistribución ostentadora que reside en la base de la constitución de la autoridad política. Se pasa gradualmente de una a la otra: a medida que uno se aleja de la reciprocidad perfecta, la porción de las contraprestaciones constituida por ofrendas, respeto, obligaciones y deudas morales no deja de incrementarse.”
Pierre Bourdieu, Reproducción y dominación, 1993
“Y algo más, todavía: a pesar de las apariencias de novedad, Nemrod comienza a comprender que todo lo que se le ofrece aquí es algo que ya había ocurrido muchas veces, un número infinito de veces. Su cuerpo reconoce las situaciones, las sensaciones, los objetos.”
Bruno Schulz, Las tiendas de canela fina,1934
Experimentamos una sensación de familiaridad, pese a que no hayamos estado aquí antes. Una especie de bazar, un registro de imágenes y textos, referencias que nos resultan conocidas. Y aún así, no podemos decir que hayamos visto o disfrutado estas obras antes. Pero ese es la estrategia inicial.
Fernando Renes (Covarrubias, 1970) presenta su primera exposición individual en Bilbao planteando una serie de recursos que podemos identificar, comenzando con el uso del dibujo. Una técnica familiar, que enlaza con nuestros propios aprendizajes a la hora de describir (descubrir) el mundo. Porque todos hemos intentado alguna vez comprenderlo a través de trazos, buscando aprehenderlo, atraparlo con la ayuda de un lápiz y el color. Aún hoy seguimos haciéndolo, garabateando inconscientes, dejando que nuestras ideas, como un borrón de la mente, surjan bajo nuestra mano. Pequeños registros de nuestro días y de nosotros mismos.
El lápiz también recoge frases, leídas o escritas por el artista que conviven con imágenes que podemos identificar, Judith y Holofernes, Pablo Iglesias, el rosetón de la colegiata de Covarrubias o Buzzlight Year conviven entrelazados con palabras. Pero no lo hacen únicamente sobre el papel, también se extienden en las superficies cerámicas de orzas o lebrillos.
Estas sincronicidades no nos son extrañas, convivimos constantemente con cruces de imágenes, mensajes, tradiciones, historias... que Fernando Renes recoge, fragmentos de unos diarios alimentados por la exterioridad del mundo, que son engullidos por el artista para servirlos cargados de poesía y humor.
Como en otras ocasiones, el artista, nos ofrece un don, un intercambio de su universo, en colisión y armonía con los nuestros, premiándonos con su modo de entender el mundo, intentando ofrecer algún consuelo. Política y poética conviviendo con iconos culturales y pervivencias vernáculas. Formas, como las de las cerámicas, que nos han servido de referencia en nuestros entornos cercanos o que han buscado conectarnos con ellos, junto a imágenes tomadas del bombardeo informativo al que estamos sometidos.
Y por último la paz, o mejor dicho, su búsqueda en mitad de la convulsión del momento. Lo único que podemos hacer es alimentar estas piezas con los restos de nosotros mismos e intentar disfrutar del sentido en el absurdo de los tiempos. Sentir que entre ese caos controlado puede haber un sentido, un orden que nos ayude a comprender y a entendernos.