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Normal

04 / Marzo / 2019

Al haber menos ovnis,
podremos mirar más las estrellas.


Los hermanos Saatchi idearon en 1983 una campaña publicitaria para British Airways donde las personas levantaban la cabeza para ver lo que pasaba. Los espectadores veían cómo la compañía aérea hacía volar la isla de Manhattan hasta Londres. El cielo era un campo de acción lleno de posibilidades por descubrir, designios cumplidos y estructuras tan lejanas como posiblemente olvidadas. El acto de alzar el mentón remite a un gesto altivo, pero levantar la mirada refleja un interés por ser testigo de lo que sucede sobre nosotros. Supone participar de una actividad elevada. Ubica el techo del contexto.
La luz del atardecer nos afecta y siempre nos recoge, pero la oscuridad nocturna genera expectación, y algunas veces un poco de ansiedad atávica. Un sentimiento ancestral que nos pertenece aunque se nos olvide. La oscuridad despierta prevenciones y hace que nuestro cerebro trabaje sobre ese desconocimiento desde la cautela. Pero hay muchos tipos de oscuridades, de noches, de nocturnos, y para ellos la humanidad ha desarrollado muchas maneras de iluminarlos. Cada época afronta la noche de una manera específica. Actualmente, y aunque parezcan actos adolescentes de confraternidad veraniega, en nuestra cotidianidad necesitamos mucha capacidad de calma y contemplación para atender a la noche y mirar las estrellas. Nuestros cálculos iniciales resbalan ante la inmensidad visible del espacio que habitamos. Volvemos a ser el primer pensador de nuestro entorno al intentar conectarnos a él.

¿El ciclo cósmico nos afecta? ¿Vemos lo mismo que hace siglos? ¿Quién compuso y dio nombre a los grupos de estrellas? ¿Podemos contar con sus designios? ¿Cómo nos afectan física y emocionalmente? ¿Quiénes somos aquí?

Oteiza Tropical
Jorge Oteiza quedó fascinado con la visión clara de la Vía Láctea desde los Andes. Años después las estrellas, su energía sin sombra y la posición dinámica, le sirvieron como referencia para consolidar muchos trabajos; especialmente a través de sus vaciados y perforaciones. Los materiales servían para “enamorar la luz”, induciendo al espectador a recorrer sus superficies en tránsitos levitatorios.
Y es este uno de los aspectos al que me remito en los trabajos que presentamos en el Espacio Marzana de Bilbao. Las esculturas derivan de la investigación que realizo desde hace tiempo sobre el trabajo de Jorge Oteiza en Colombia. Estudio el impacto que tuvieron sus años americanos (1935-1947) para la consolidación de su imaginario. Durante este periodo de aprendizaje, Oteiza estudió el origen del arte en yacimientos precolombinos, pero también participó de la modernidad cosmopolita que aportaban intelectuales latinoamericanos de regreso a sus países con información de primera mano sobre Malevich, Kandinsky, Mondrian, Brancusi o Giacometti entre otros. Mi objetivo es analizar el calado plástico del periodo americano y la trascendencia posterior de los recursos formales que desarrolló y que se incorporaron en España a la iconografía popular. El conjunto de este proyecto se titula Oteiza Tropical.

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La exposición presenta esculturas de acero, hierro, aluminio y plata para activar la reflexión frente al contexto que vivimos. Tomo como referente los metales y la conexión con el cielo y nuestra relación con lo desconocido. Entiendo que el entorno, aunque a veces sea una incógnita, nos refleja. Y por esto me remito a la emoción del espectador ante cuestiones relativas al cielo, las estrellas, la trascendencia de su estela y nuestra presencia. Pretendo llegar a pulsar una conexión arcaica, pero vigente, entre el paisaje que habitamos y nuestras inercias cotidianas. Trabajo sobre esquemas, acopios y ordenamientos establecidos como recursos expresivos de datación, representación y conocimiento. Creo mapas o resortes a escala 1:1 que muestran una compleja eficacia en los designios. Las obras que forman las instalación son localizadores analógicos, planos metafísicos para leerse sin la necesidad de obtener una operatividad aparente. Esto no merma su capacidad de activación emocionada y formulan un diálogo entre el hombre, la naturaleza y el texto que nos interpreta. La representación es un artificio, una herramienta que nos guía. El ingenio se revela como la clave de la interpretación, siendo la certeza solo un designio intuitivo.
Estas obras han sido realizadas como respuesta a nuestra realidad hiperinformada y casi siempre carente de conocimiento elevado y magia. Presento en NORMAL esculturas de gran formato hechas de metal. Elementos con una presencia artesanalmente austera y formas basadas en la eficacia funcional, ratificadas por la tradición y que inducen a un raro pensamiento originario. Procuro un margen estructuradamente blando para encubar expectativas personales.
NORMAL es una reflexión cargada de respuestas donde solo faltan las certeras preguntas del espectador para tratar realmente asuntos tan fundamentales en la actualidad como lo desconocido, la oscuridad, el sentido y la verdad.

Santa Teresa leía el Cantar de los cantares de Salomón en latín, para no entenderlo del todo: “…me recogía y movía más mi alma que los libros muy devotos que entiendo”.