B 612
Exposición colectiva:
Alfredo Álvarez Plágaro, Ana Román, Arancha Goyeneche,
Edu López, Eduardo Sourrouille, Elena Goñi, Fermín
Moreno, Fernando Renes, Joseba Eskubi, Marta Serna,
Miriam Ocariz, Zaloa Ipiña.
Con la colaboración de María López*.
*(La colaboración de María López se anunciará debidamente
días antes de llevarse a cabo)
En el capítulo IV de Le Petit Prince (El Principito) y, más concretamente, en las páginas que van de la 19 a la 21 de la edición que publicó Gallimard en 1946, así como también en sus
posteriores ediciones y reimpresiones, trata el autor de explicarnos cómo se consigue dar credibilidad a un hecho de naturaleza tan trivial, pues a pocos puede interesar, como
extraordinaria, ya que presenta una situación poco o nada habitual, el que nos aclara el origen de su protagonista, situándolo en el asteroide B 612.
Nos cuenta además cómo posiblemente a causa de su diminuto tamaño, o a su escasa
existencia, compromete su aprobación a la casualidad y también a cierto tipo de destreza a la hora de colocarle un nombre, acorde a determinados protocolos que provocan o motivan el reconocimiento, la visibilidad.
Suponemos pues, que sin el concurso de esa casualidad (bien aprovechada) y esa pericia,
el asteroide hubiera pasado desapercibido, como del mismo modo también sospechamos que
eso poco importaría a la hora de restar credibilidad a su existencia, pues es de sobra conocido que ignorar o negar un hecho, o un objeto, no necesariamente hace que ese hecho u objeto
desaparezcan.
La exposición que, en esta ocasión, se presenta en Espacio Marzana, reúne las obras, en su mayoría sobre papel, de un total de doce artistas; todos de dilatada trayectoria y todos,
también, relacionados entre sí, principalmente, mediante un vínculo que, en este caso, será el que les ha unido al proyecto de la galería durante los últimos veinte años.
Se acompaña la muestra, además, con la actuación de una joven artista, lo que nos lleva a pensar, y volviendo sobre el título que los contiene a todos y a la vista del conjunto, que su reunión, ahora, poco le deberá al azar o la pericia, entendiéndose éstas como se quieran entender, y sí algo más al hecho que los convierte a todos, mediante un fino hilván y
aunque solo sea por unos días, en dignos habitantes de un pequeño planeta que siempre ha orbitado independiente, ajeno a la necesidad de ser nombrado llegado el momento de reclamar su existencia.
A fin de cuentas, y como tantas veces ya se ha sugerido, la negación solo será otra forma de nombrar las cosas. Ahora solo nos quedará admitir que las cosas necesiten ser nombradas. Pero eso cada cual podrá entenderlo como quiera.