Si en su última exposición en Espacio Marzana (El hilván, 2021) Ana Román construía su discurso expositivo a partir de una idea ampliada de lo provisional, en De N-house a Stromstraße, como ya parece subrayarse de manera sobriamente explícita desde el título, es la reflexión sobre la imagen de recorrido, su reflejo y propósito, la que de alguna manera sirve para elaborar un relato que se sintetiza en diez obras que son, a su vez, resumen de un total que puede parecer, por su naturaleza, la base estructural de una extraña cartografía personal.
Si se puede asegurar que todo viaje es siempre el mismo viaje y también, por contra, que nunca un viaje es o será el mismo, no parece descabellado, pues, atrapar fragmentos durante el recorrido con la intención de fijar los puntos que nos ayuden a dibujar después el mapa que nos sirva para no disolvernos en una nada que pierde su opción de tener sentido precisamente por acumular demasiados significados, erróneos muchas veces, prestados casi siempre, posiblemente sinceros, sospechosos siempre. Como en el cuento de Hansel y Gretel, son las migas de pan las que pensamos que nos indicarán el camino de vuelta hacia la casa, hacia el lugar seguro, cuando en realidad casi siempre se disuelven obligándonos a confiar en el uso de otros modelos menos inciertos de cartografía.
Así, Ana Román en su propuesta, pasa de la interpretación de un arquitectura interior, prestada o figurada, a la máquina exenta que es memoria y reconocimiento; de la imagen gráfica trucada que escapa tras la digestión de las vanguardias históricas a la labor de hilván que une los recuerdos consciente de su provisionalidad; de la fría física del escenario vacío al registro de un espacio o o momento al que solo podremos regresar inesperadamente, sin intención. El mapa que se dibuja y que nos salva, cuando todo se junta, no necesitará ya del tiempo, pues trasciende hacia el signo y el signo, al final y como todos sabemos, no es muy amigo de las cronologías.
Ana Román nació en Bilbao, el 22 de diciembre de 1962. Se licenció en Bellas Artes por la Universidad del País Vasco (1983-88). Realizó un curso de especialización de dos años en la GHK de Kassel, Alemania(1989-91). Ha realizado veintitrés exposiciones individuales, las últimas, Iron Flowers (Galería Espacio Marzana, Bilbao. 2016), La máquina sin sueño (Centro cultural Sanz Enea, Zarautz. 2018), Vida vegetal (Galería Espacio Marzana, Bilbao. 2019), 3+1 20” (Alondegia Kultur Etxea, Zumaia. 2020) y El hilván (Galería Espacio Marzana, Bilbao. 2021) y más de sesenta colectivas. Su obra se encuentra en importantes colecciones públicas y privadas.